miércoles, 17 de diciembre de 2014

Dos nacimientos, y ninguno en Belén

Si pudiese pedir un deseo sería el de sentir de nuevo como nacías.
Saliendo tan fácilmente de mis entrañas,
para colocarte a mi lado,
sin dejar de observarte, y con sumo cuidado.

Tan suave, flacucha y arrugada llegaste,
para convertirte hoy en la niña,
que el corazón me arrebataste.

Me regalas tus risas y a veces llantos;
que con unas cancioncillas y teatro!
hacemos que terminemos con abrazos.

Transcurriendo tantas horas unidas
hemos disfrutado como dos buenas amigas;
poniendo barreras en ocasiones,
para que como cómplice y madre,
pueda ponerle objeciones,
ayudándola a tener más intimidad,
y menos generosidad.

Advirtiéndoles de falsos y peligros,
que con buen trato y cariño,
intentarán hacer sucumbir a sus delirios,
infiltrados y entramados,
de los que tendrán que salir escudados.

Hoy los envolvería en una red,
para poderles mostrar lo sencillo que es, salir ahí fuera y volar;
y lo complicado que resulta luego,
mantener ese vuelo sin caer ni tropezar.

Una vez salido del cascarón,
remontarán como suelen pensar;
ese trayecto los transformará,
y de forma autónoma y segura,
los fortalecerá y entonces...
me volveré a sentir igual que el primer día.

Con mucha alegría ya sin apuros,
y tan madre como cuando los vi parir;
llorando al traerlos al mundo,
y pensando en cuánto les queda por vivir.

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