Si pudiese pedir un deseo sería el de sentir de nuevo como nacías.
Saliendo tan fácilmente de mis entrañas,
para colocarte a mi lado,
sin dejar de observarte, y con sumo cuidado.
Tan suave, flacucha y arrugada llegaste,
para convertirte hoy en la niña,
que el corazón me arrebataste.
Me regalas tus risas y a veces llantos;
que con unas cancioncillas y teatro!
hacemos que terminemos con abrazos.
Transcurriendo tantas horas unidas
hemos disfrutado como dos buenas amigas;
poniendo barreras en ocasiones,
para que como cómplice y madre,
pueda ponerle objeciones,
ayudándola a tener más intimidad,
y menos generosidad.
Advirtiéndoles de falsos y peligros,
que con buen trato y cariño,
intentarán hacer sucumbir a sus delirios,
infiltrados y entramados,
de los que tendrán que salir escudados.
Hoy los envolvería en una red,
para poderles mostrar lo sencillo que es, salir ahí fuera y volar;
y lo complicado que resulta luego,
mantener ese vuelo sin caer ni tropezar.
Una vez salido del cascarón,
remontarán como suelen pensar;
ese trayecto los transformará,
y de forma autónoma y segura,
los fortalecerá y entonces...
me volveré a sentir igual que el primer día.
Con mucha alegría ya sin apuros,
y tan madre como cuando los vi parir;
llorando al traerlos al mundo,
y pensando en cuánto les queda por vivir.