miércoles, 4 de febrero de 2015

Encubridor.


Atmósfera viciada, en la que respirar es contaminarse.
Cacique con esclavos, en tierras abandonadas.
Sufridor con máscara, en agosto y sin comparsas.
Tendero de verduras de buen aspecto por fuera, tóxicas y podridas por dentro.
Vela blanca encendida, en el altar de su monasterio.
Antídoto para un salubre,
mentalmente desequilibrado.
Siento lástima por mí,
al haberme tropezado sin saber;
con una persona tan ruin,
sin haberla buscado,
... habiendo confiado.
Qué futuro tan mísero y efímero;
qué vida tan larga te espera,
en la que puedas ir corrigiendo,
tantas y tantas condenas.
Desde el infierno que te auxilien,
y te guíen hasta su linde.
Que en el instante en el que llegues,
te condecoren como mal mereces.
Dejando muchos hilos por enredar,
aquí en el dulce y soluble paraíso;
que sin tu presencia gozaremos,
de armonía,
paz;
y hasta de limpio oxígeno.


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